lunes, 23 de marzo de 2009

Entre hijos de puta anda el juego ...de la guerra

El otro día leí en Público un artículo que me puso los pelos de los brazos como escarpias. Resulta que ahora, a los soldados israelíes les ha dado por ponerse unas camisetas donde rezan motivos tan aberrantes como un punto de mira sobre una mujer palestina embarazada y un slogan "dos por el precio de uno", y esto solo es un ejemplo.
Por otro lado, desde la ofensiva de Diciembre sobre Gaza, Hamás a seguido disparando sus cohetes de feria sobre territorio de Israel, según fuentes judías, unos cincuenta proyectiles.
No voy a entrar en el debate sobre el manido argumento de la autodefensa que los sionistas se empeñan en esgrimir, porque desde mi punto de vista no hay tal debate; el desequilibrado balance convierte cualquier justificación en pura demagogia indecente.
Que los radicales de Hamás son una panda de hijos de puta es, insisto, desde mi punto de vista, una obviedad. Son un grupo que necesita tener a su propio pueblo diezmado, aplastado, y sin esperanza, para encontrar, en sí mismos, una razón de ser. Es lo que les pasa a los autoproclamados "salvadores" ¿Alguien puede explicarme que sería de todos esos "líderes" descerebrados si, por una remota casualidad, se encontrara algún atisbo de solución al problema? ¿Cómo van a desarrollar una política constructiva si en su discurso solo hay lugar para el odio? Hamás es resultado directo de la política israelí. Ha llenado huecos que debía haber ocupado un aparato estatal que los judios se empeñan, no en destruir, porque no existe, sino ni siquiera en dejar que se consolide. Arafat lo tenía claro, por eso se lo cargaron entre los dos.
¿Son menos hijos de puta los que utilizan una guerra para hacer una campaña electoral? Para nada, al contrario, son aún más, porque ellos sí que tienen un apoyo estatal, patrocinado por otros estados aliados, y no dudan en utilizar toda su fuerza. Y entre sus herramientas están los medios de comunicación, los fabricantes de opinión, los irresponsables de la rotativa y envenenadores hertzianos. Si yo fuera un poquito hijoputa (que a lo mejor también lo soy) diría: "Qué bien aprendieron la lección de Goebbles", pero como un servidor, pese a todo , quiere pensar que es mejor persona que esta panda de desgraciados, no va a mezclar churras con merinas, que un hijoputa es un hijoputa sea cual sea su pelaje. Y me consta que en Israel hay gente con la cabeza despejada y el estomago calmado. Pocos, pero haberlos, hailos.
A pesar de los excesos, del desequilibrio, del desmesurado afan genocida de los dirigentes sionistas, creo, sinceramente, que la opinión pública internacional no debería caer en el maniqueísmo, y tomar el conflicto juzgando a Israel de forma unilateral, sin entrar a considerar la actuación de los "salvadores" de Hamás, y no porque no haya motivos para condenar, sino porque las consecuencias se traducen en una mayor cerrazón del pueblo judio; un creciente sentimiento ultranacionalista alimentado por la "incomprensión internacional" que es campo abonado para que los neofascistas de Sión sigan llevando su discurso criminal, directamente a las tripas de su pueblo, en detrimento de cualquier tipo de razonamiento constructivo... O aunque solo sea para que estos hijos de puta de la camiseta no tengan razones para vestirlas. Yo, por mi parte, seguiré apoyando las manifestaciones a favor de la paz.

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